lunes, abril 13

Señal de ajuste


Pasó la mitad del campeonato y pasaron muchas cosas en Banfield. Más de las malas que de las buenas, como viene siendo costumbre en el último tiempo. Hoy el club o, mejor dicho, la institución, se parece bastante a un rompecabezas sin armar. Lo que pasa es que en este rompecabezas las piezas no se acoplan unas a otras. No se unen naturalmente para lograr la conexión justa, exacta, que sirva para el beneficio colectivo. Estas piezas no encajan.

En la política, están todas las piezas divididas. Algunas desparramadas alrededor de la pieza más grande –Carlos Portell- y otras apartadas, casi afuera de la caja, intentando –sin mucha suerte- meterse en el juego.

Y en la cancha pasa lo mismo. Hace casi un año, cuando se terminaba el largo interinato de Jerez y llegaba Burruchaga, se produjo un éxodo masivo y una llegada del mismo tenor. Muchas piezas. Muchos jugadores. En lo individual esas piezas/jugadores parecían valiosos, pero de nada sirve el curriculum o las calidades personales si no logran encastrar en equipo.

Ahora llegó Falcioni. Muchos creían que iba a agitar fuerte la caja y, si era necesario, descartar algunas piezas. Algo así como armar su propio dibujo. Hasta ahora y, si bien su trabajo recién comienza, no logró plasmarlo. Mientras lo intenta el tiempo y la tabla de los promedios lo miran de reojo.

El último sábado Banfield recibió otra señal de ajuste. La victoria de Racing, el domingo, terminó de alertarlo. Es momento de usar un poco el control remoto. Y cambiar. Se nota claramente que estos jugadores/piezas no se acoplan a la idea táctica de Falcioni.

Falta medio torneo. Hablar de números ahora sería apresurado y amarillista. En definitiva al equipo lo separan los mismos puntos de la Promoción que de la punta del campeonato. El asunto es más profundo. ¿Quién arma este rompecabezas?

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