sábado, noviembre 8

De entrada: Lechón. Plato principal: Pingüinos


El grito final de todo el cuerpo técnico de Banfield, resumió de la mejor manera lo que significaban los tres puntos ante Newell´s. En ese abrazo entre todos, con salto incluído y posterior saludo a cada uno de los jugadores que partía hacia el vestuario, había mucho de desahogo, de bronca acumulada, de quitarse una mochila pesada de encima.

La sensación que quedó es que si Banfield perdía Burruchaga se iba. El técnico vivió el partido con una sobre-exitación más normal en Simeone que en el. Y apenas terminó el partido se fue rápido a los vestidores mientras se formaba el racimo con sus ayudantes al costado del banco y con los jugadores en el centro de la cancha.

¿Qué dejó el 2-1 ante La Lepra? Varias cosas:

- García y Di Vanni se recibieron de hombres. Obviamente se va a alogiar el gol del número 12 y las chances que creó, pero es para subrayar cómo Di Vanni aguantó la marca de uno de los mejores defensores del campeonato como Schiavi, que a los dos minutos de juego le dio un codazo de bienvenida.

- Otra vez funcionó Nasuti. Cuando el Tano juega bien se nota que tiene clase y cualidades para destacarse sobre el resto. Si a esto le sumamos que Víctor López está con la moral por las nubes y cada vez que quiere anticipar lo consigue, la defensa se va consolidando.

- Por momentos el nuevo sistema de Burru funcionó. Muchos no lo notaron, pero Bustamante fue el verdadero reemplazante de Civelli (mediocampista por izquierda) en el primer tiempo: jugando con tres en el fondo -Devaca, Nasuti, López- y con Gómez, Bustos y Bustamante en la primera línea de mediocampistas, permitiendo que Bertolo -buen primer tiempo- y Erviti -buen segundo tiempo- se soltaran y no tuvieran responsabilidad en la marca.

Pero lo más importante de todo: el 2-1 sirvió como previa al clásico del viernes (qué verguenza) ante Lanús. Había que cambiar el chip, esta vez no importaba tanto la fluidez del juego sino sumar de a tres. Lo demostraron los jugadores con un segundo tiempo en el que pusieron y dejaron todo. Lo reflejó Burruchaga en el trasncurso del partido. Y lo hicieron sentir todos -jugadores, cuerpo técnico, hinchas- en el festejo final.

El plato fuerte será el viernes (¿de verdad? qué verguenza) en la cancha de Lanús en una nueva edición de uno de los clásicos más desparejos del fútbol argentino.
Por ahora Banfield comió la entrada: un simpático lechón...

- payaso mediático -

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